Dejar de victimizarme y tomar las riendas de mi vida es un acto de empoderamiento y autodescubrimiento. Significa dejar atrás la pesada carga de la autocompasión y la limitación impuesta por la etiqueta de víctima. Al liberarme de ese papel, me abro a un mundo de posibilidades y crecimiento personal. En lugar de verme como alguien afectado por circunstancias pasadas, me convierto en el arquitecto de mi propio destino. Esta transformación me permite descubrir la fuerza que reside en mi interior y me brinda la capacidad de forjar un camino más allá del sufrimiento. El proceso de desvictimización es un regalo que me hago a mí mismo, un camino hacia la autorrealización y la libertad.
Como alguien que ha enfrentado una experiencia traumática, he experimentado sufrimiento. Y a veces, sin darme cuenta, mis propias actitudes han contribuido a mi revictimización, prolongando mi dolor. Pero he aprendido que quitarme esa máscara de victima es una herramienta poderosa en mi proceso de recuperación y transformación. La desvictimización es un proceso en el que dejo de identificarme exclusivamente como víctima y recupero el control sobre mi vida. Es decir, que esa o esas experiencias traumática ya no me definen por completo. Y, aunque no es un camino sencillo, esto es esencial para mi recuperación.
En que dejo de verme únicamente como víctima y trabajo para superar esa condición. Esto significa no quedarme en la autocompasión y evitar construir historias, hechos, o pensamientos en torno a mi condición de víctima. La desvictimización implica moverme de seguir siendo la víctima de las cosas, a creador de mi propia historia. La desvictimización es un proceso que implica un modelo de intervención adecuado para ayudarme a trascender mi condición. Esto requiere un enfoque en el cómo y el para qué, así como la toma de responsabilidad de mi propia recuperación. Esto se logra de mejor manera con el acompañamiento de mi terapeuta cuando es posible, para así generar estrategias importantes y personalizadas para mi caso.
Para empezar, es necesario querer estar dispuesto a emprender el camino hacia la desvictimización, porque paradojicamente la manera de trascender algo es primero admitirlo y darle su lugar. Algunos pasos clave incluyen:
Reconocer la Autovictimización: Mi primer paso es reconocer la autovictimización. Esto me ayuda a ver mi experiencia desde una perspectiva diferente y a tomar medidas para cambiar.
Dejar de Usar Máscaras: Es importante encontrar mi yo genuino, afirmando que la honestidad es la base para todo proceso de sanación, dejo de actuar desde la perspectiva de una víctima.
Detectar los Pensamientos Autodestructivos: Identificar pensamientos autodestructivos es esencial para romper el ciclo de la victimización.
Dejar la Actitud Pasiva: Asumo una actitud activa y tomo medidas aunque parezcan pequeñas, para recuperar el control de mi vida. La desvictimización no es un proceso fácil, pero es alcanzable paso a paso. Implica abordar diferentes aspectos de mi vida, incluyendo lo emocional, lo social, lo físico y lo espiritual.
Para identificar si caigo en la victimización me escucho cuando empiezo a hablar de mis experiencias traumáticas, optar por asumir el control de la historia y tomar mi responsabilidad, es comenzar a desvincularme del rol de la víctima. En lugar de decir "esto me pasó a mí, y ahora estoy así", comienzo a decir "esto generé en mi vida, trabajo ahora en recuperarme, y decido crecer a partir de ello". Esta simple modificación en la forma en que me comunico conmigo y con otros marca un gran cambio en este proceso.
La resiliencia es una capacidad que puedo cultivar y que me permite superar problemas y desafíos. Me ayuda a ver los obstáculos como oportunidades de aprendizaje y a construir nuevas narrativas de significado.
Puedo fortalecer mi resiliencia a través de narrativas, arte, terapia individual y grupal, e incluso tecnologías como la realidad aumentada. Con resiliencia, puedo trascender mi condición de víctima y construir narrativas más positivas y